Como ya hemos tratado anteriormente, el hombre que es llamado a convertirse en Jeremias 15, es un creyente que ha caído de la gracia, es decir un hombre o una mujer que en algún momento disfruto de la cercanía e intimidad con Dios. La Palabra era fuente de gozo en su corazón, cada vez que la comía. Pero algo paso y hoy Dios le llama a entresacar de su vida lo vil de lao bueno, su vida ha sido infectada por cosas que lo alejan de Dios.
Esto nos recuerda la parábola del trigo y la cizaña que enseño Jesus. Un hombre sembró buena semilla en su campo, pero al dormirse los hombres, su enemigo vino a sembrar cizaña en su campo y se fue. Al salir la hierba, broto el trigo y también la cizaña. Las plantas que deberían haber crecido fuertes, alimentándose de los nutrientes de la tierra, del agua y el sol, son entorpecidas por la cizaña que les quita el sol, los nutrientes y el agua. No crecen sanas ni fuertes, la cizaña las aprieta, las agobia, las marchita.
La semilla que el buen hombre planto eran frutos de bondad, justicia y verdad. Es decir, buenas cosas que hacen de una persona una buena gente. Gente que es bendición no solo para sí mismo y su familia, si no para su entorno, en su trabajo, en sus estudios, en su quehacer diario. Gente buena llenando el mundo de bondad, justica y verdad. Contrarios a esas buenas cosas, la cizaña que siembra el enemigo, es egoísmo, envidia, egolatría, hipocresía, depresión, robo, adulterio, fornicación, cosas como dice el apóstol Pablo en Efesios, ni aun es bueno que se mencionen entre nosotros.
¡¡¡¡¡Que tremendo daño que hizo el enemigo del buen hombre mientras dormían!!!!!!.
Dios a través del apóstol Pablo nos llama en la misma carta a los Efesios con autoridad y con sonido de alerta de batalla “despiértate tu que duermes”.
Estimado mientras tu duermes el sueño de la indiferencia, mientras muestras apatía con los servicios y las cosas de Dios, mientras te revelas contra los hábitos cristianos que guardaste y practicaste por años, mientras le das lugar a tus cosas ante de las de Dios, el enemigo infecta tu vida, sin que te des cuenta y te roba la necesaria cercanía con tu Padre Celestial.
Por lo tanto ora, lee la Biblia, recobra las prácticas cristianas en tu vida, mantente alerta con Dios, así podrás crecer sano y con gozo disfrutar de las bondades de Jesucristo.
Un abrazo y bendiciones.