El capítulo 33 de Éxodo que vimos el domingo pasado es un capitulo realmente importante de leer y considerar con cuidado, si de verdad deseamos vivir una vida de creyente, es decir, una vida con Dios.
En este pasaje Dios se muestra veraz al cumplir su promesa de entregar al pueblo la tierra prometida a sus ancestros. Se muestra protector al asegurar que su ángel ira delante de ellos para derrotar los enemigos que se interpondrán en el camino. Pero a la vez se muestra riguroso, ve la incapacidad del pueblo de someterse a su santidad y rectitud moral, por lo tanto le advierte que el no ira en medio del pueblo. En las aguas amargas de Mara el pueblo no paso la prueba de confiar en el amoroso cuidado del Señor. Mas tarde en el manantial de Horeb, dudaron que Dios estuviera en medio de ellos y en el monte Sinaí, no fueron capaces de mantener su mirada de fe en el invisible. Pueblo duro de cerviz, pueblo incapaz de confiar, creer y tener fe en un Dios que se ha mostrado real para con ellos.
Mirando desde nuestra perspectiva, vemos a un pueblo que vivió hace poco portentos milagrosos de Dios y aun así, se rebela contra Dios, es incapaz el pueblo de mansamente esperar en Dios y confiar que el hará. No se deja guiar por Dios sino por sus deseos, temores e instintos humanos.
Desafortunadamente nosotros no diferimos mucho de ellos y a menudo merecemos lo que dice el escritor bíblico: “Resistís al espíritu Santo igual que vuestros padres”. Cuanto nos cuesta en nuestra vida diaria someternos a la segura guía del Espíritu Santo, cuanto nos cuesta someternos a los preceptos divinos y a los principios de bondad, verdad y justicia que el evangelio nos impone. Contrariamente asoman nuestros temores, ansiedades, prepotencia y otras características personales que nos llevan a actuar y obrar no como Dios quiere, sino como nosotros queremos. No aceptamos el yugo de Dios para guiarnos por el Espíritu Santo.
Lo grave de esto es que si mantenemos esta actitud de no sometimiento a Dios, serán para nosotros las palabras de éxodo 33 “pero yo no iré en medio de vosotros”. Nada más terrible triste y malo que vivir sin Dios en nuestro medio. Estimados oremos, leamos las escrituras y roguemos a Dios que ponga su yogo en nosotros y nos de su ayuda para someternos a la dirección de su Espíritu Santo.
Un abrazo y bendiciones.
JGR