leproso-curado“Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.”

 

Lepra:- En la biblia se llama “lepra” a cualquier clase de enfermedad cutánea, a veces eran enfermedades severas sumamente contagiosas y otras veces eran simples erupciones curables. Estas enfermedades se consideraban un castigo de Dios y su curación era siempre “milagrosa”. Los leprosos vivían apartados de la sociedad; separados de su familia, incapaces de mantener un trabajo y obligados a mendigar, debían tocar una campanilla o debían gritar para que la gente no se les acercara. Los sacerdotes debían certificar su curación.

 

Indudablemente Jesús tenía el poder para sanar a los hombres leprosos inmediatamente, pero aprovecho la ocasión para enseñar 3 puntos muy importantes:-

1.- Confianza en el poder de Dios, los leprosos al saber que Jesús estaba cerca acudieron a Él porque creyeron que tenía el poder de sanarles. Cuando el ser humano entiende que Jesús tiene el poder para sanar los corazones dañados por el pecado y darles la salvación, es cuando deberían acudir a buscarle de más cerca.

2.- La obediencia, los leprosos para ser restaurados y volver a entrar a la sociedad deben presentarse ante los sacerdotes. Jesús tiene el propósito de enseñar la obediencia; no los sana inmediatamente sino que los manda a presentarse ante los sacerdotes como señal de esperanza de sanidad. Al irse por el camino “aconteció que fueron limpios”, no solo fueron sanos fueron limpios. Sanar tiene que ver con sanidad corporal, ser limpios incluye sanidad social (pueden volver a compartir con la gente) y religiosa (pueden volver a congregarse en la sinagoga y en el templo).

3.- La gratitud, a pesar que los 10 leprosos fueron  limpios solamente el samaritano reconoció que Dios merece la alabanza y que debía volver a agradecer a Jesús por la obra echa.

El agradecimiento es una actitud del corazón del ser humano que reconoce que Dios ha hecho una gran obra en su vida mientras que la ingratitud es el olvido de los favores recibidos.

Este hombre es un ejemplo para nosotros. El ser humano que disfruta del amor de Dios y de todos los beneficios que implica recibir la Salvación tiene la obligación de ser agradecido y tomarse el tiempo volverse a Dios y alabar su nombre Santo.

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