El hijo de David es Dios

Lucas 20:41 – 44
¿De quién es hijo el Cristo?
(Mt. 22.41-46; Mr. 12.35-37)
41 Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?
42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
43 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
44 David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?

Los fariseos y los escribas habían estado acosando a Jesús con una serie de tres interrogantes, buscando que el cometiera algún error en sus respuestas, para ver como acusarle de algo. Obviamente fracasaron en sus intentos y ahora Jesús les hace una pregunta de aparente fácil respuesta para conocedores de los antiguos escritos, como lo eran ellos. ¿De quién es hijo el Cristo?
Existía en la mente y anales históricos todo lo referente al pacto davídico relatado en el libro de 1 Cronicas17:11 – 14: Y cuando tus días sean cumplidos para irte con tus padres, levantaré descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su reino.
12 El me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente.
13 Yo le seré por padre, y él me será por hijo; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fue antes de ti;
14 sino que lo confirmaré en mi casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre.
Aparte de eso había una serie de profecías al respecto, entre las que podemos citar:
. Isaías 9:7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
Jeremías 23:5 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.
Amos 9:11 11 En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado;

En la época en que Jesús vino a este mundo, había un gran pesar social y religioso en Israel, lo cual llevaba a muchos a anhelar la prometida venida del Mesías. Un libertador, descendiente de David, que los librara del yugo romano y del despotismo de sus propios líderes políticos, los que se acomodaban, para su beneficio económico y social a las imposiciones romanas. Por eso el pueblo y aun sus dirigentes esperaban un Mesías.
Juan 4:25; Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
Juan 1:41 Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).
Las enseñanzas de Jesús y sus miagros hacen que el pueblo obviamente vea en Jesús algo extraordinario, aunque no lo ven guerrero, tal como habían oído de David, por eso se registran interrogantes como: Mateo 12:23 Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David?
Por lo tanto ante la pregunta de Jesús, ¿de quién es hijo el Cristo?, era esperable la respuesta de los escribas y fariseos, el Cristo, es decir el Mesías era hijo de David. Cabe aquí destacar que la respuesta que dan los escribas y fariseos, no implica en modo alguno que estén reconociendo en Jesús al Mesías
Jesús recurriendo al pasaje de Los Salmos, lleva a sus oyentes a meditar en la forma que David se refiere al Mesías, deduciendo que más que como a su hijo, lo reconocía como su Señor; ”dijo El Señor a mi Señor”, en otras palabras, cuando viniera el Mesías , si bien es cierto tendría un linaje humano en la genealogía de David, lo más importante y trascendental ,es que sería de origen y características divinas.
Los hebreos impelidos por la situación político social que Vivian diariamente, perdieron de vista la perspectiva divina del Mesías, confinándolo al ámbito humano. Lo esperaban, lo necesitaban, pero al humano, no al divino.
Nosotros los creyentes de hoy, familiarizamos nuestra relación con el Señor a un nivel que a veces pareciera que también hemos olvidado que es Dios
Conversamos con El cómo de igual a igual, vivimos y tenemos actitudes de falta de reverencia a Dios, nos comportamos como que le hacemos un favor a Dios y el evangelio con seguir y servir a Jesús. Faltamos a los servicios de adoración a Dios sin ningún tipo de remordimiento, vivir una vida sin orar no complica al creyente, la lectura bíblica no es un habito necesario. No nos comportamos como deudores del sacrificio de Cristo en la cruz.
Tenemos un Jesús “buen chato”, “buena onda”, “que nos entiende”,etc. Esa familiaridad la distorsión de olvidarnos que Él es Dios, con las características y atributos propios de Dios, como eterno, santo, omnipotente, omnisciente, conceptos acerca de los cuales nosotros los seres humanos a duras penas somos capaces de comprender y asimilar.
Creo bueno que el creyente tenga una relación de confianza con el Señor, pero una relación que nunca olvide que Dios es Dios y nosotros solamente seres humanos.

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