
(20/1/2019)
Lucas 13:
22 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
25 Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.
26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
27 Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.
28 Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.
29 Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
30 Y he aquí, hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros.
El pasaje precedente nos muestra una interesante y humana pregunta: ¿son pocos los que se salvan?
Para reflexionar en este pasaje lo primero que debemos hacer es preguntarnos, ¿porque este desconocido le hizo esta pregunta? Al recordar el ministerio de Jesús vemos que sus actos y enseñanzas hacían que sus oyentes se sintieran que estaban ante un ser que vivía con altas normas morales y que tenia un total desapego de las cosas materiales, sentían que era difícil caminar a su paso. Recordemos el pasaje en donde Jesús tiene un encuentro con un joven rico, el cual aunque realizaba buenas obras guardando todos los mandamientos de la ley, se fue decepcionado de ese encuentro con Jesús al verse enfrentado a lo que mas temía, es decir, perder sus riquezas, al oír esto sus discípulos se asombraron diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? . A nosotros seguramente nos ocurre algo similar, al vivir el evangelio, aprendemos los principios morales y de vida que a Dios le agradan y seguramente llegamos a sentir que nuestro comportamiento no es compatible con la santidad de Dios y poder vivir en su presencia y eso nos lleva a la pregunta ¿son pocos los que se salvan?
Lo segundo que llama la atención en este pasaje es la respuesta de Jesús, El no da una respuesta directa a la pregunta, sino que hace un llamado a los que se hacen esa pregunta, un análisis a ese llamado será de gran provecho para nosotros.
Lo primero que observamos es que hay muchos que hacen esfuerzos para entrar y a pesar de ello no lo logran. Se debe notar que este pasaje se refiere a gente que participa del evangelio, pero su participación carece de una fuerte convicción. La convicción profunda, esa absoluta seguridad de lograr es la que mueve a las personas en el logro de sus metas más preciadas y si ella es débil, sin dudas, la meta no será alcanzada. Son gente que los desafíos que se le presentan en su caminar cristiano no lo hacen con un meritorio esfuerzo, sin resolución y menos aún dirección de Dios. En síntesis, son cristianos superficiales que no actúan como creyentes verdaderamente convertidos
Otra observación en la respuesta de Jesús, es que tarde o temprano llegara el día en que cada persona, incluyendo los creyentes, se enfrentara al destino final de las personas, inexorablemente se sabrá que algunos no entraran, como lo dice Apocalipsis 21: “ 27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira”. Por otra parte, la invitación de las escrituras es a seguir la santidad, pues ella marcara la diferencia en aquel día, leemos en Hebreos 12: “14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”
En la respuesta de Jesús también podemos ver a aquellos que abrigan la certeza de que entraran, pero en vez de ser aceptados, son rechazados, desconociendo Jesús su relación con ellos. Que diga el pasaje que ellos golpearon la puerta para dar a conocer a Jesús sus argumentos pretendiendo que estos sean aceptados, nos indica que habían compartido momentos con Jesús y habían sido instruidos en sus enseñanzas, pensando que eso les daba merito suficiente para sr aceptados, no obstante lo anterior, fueron rechazados. Por sus argumentos perecían cristianos, pero por el rechazo del señor no lo eran, es decir eran casi cristianos. Son gente a quienes se ajusta lo que dice el libro de Proverbios 21 “2 Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; pero Jehová pesa los corazones.”. Son el tipo de creyentes definidos por el apóstol Pablo en 2 Timoteo “5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”.
Finalmente y aunque se ven variadas dificultades para entrar harán muchos que entraran. Hay dos grupos grandes y definidos, tal como aparece en Romanos 1126 “y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad”. Finalmente, Dios reconciliara a su pueblo. Para los creyentes que se amparan en la ley de la gracia, la Biblia dice que al final de los tiempos: Apocalipsis 79 “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos”. Nuestra meta debería ser parte de esa multitud.
¿Son pocos los que se salvan?, la respuesta del maestro no es si o no, sino esforzaos a entrar por la puerta estrecha. Con profunda convicción, deseos inamovibles, y un esfuerzo digno de todo merito, procuremos entrar por la puerta sin nada que nos estorbe y haga bulto innecesario como el orgullo, la vanidad, la envidia, el egoísmo, la mentira. Despojándonos de todo procuremos entrar en una vida de continuo esfuerzo en Cristo Jesús Señor nuestro.
Un abrazo y bendiciones.