
(22-03-2020)
Hechos 28
1 Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta.
2 Y los naturales nos trataron con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, y del frío.
3 Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano.
4 Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.
5 Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció.
6 Ellos estaban esperando que él se hinchase, o cayese muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios.
El apóstol Pablo después una grave y tormentosa experiencia de un naufragio en medio de una tormenta, accede junto a los demás navegantes a una isla. Dios había obrado mediante visiones a favor del apóstol, animándolo y a través de él animando al resto de los navegantes.
El pasaje que centra nuestra atención hoy nos muestra a los náufragos mojados y con frio, siendo asistido por los habitantes de la isla, quienes hacen una fogata para escapar del frio. Ayudando en ese menester el apóstol es mordido por una víbora venenosa. Los nativos de la isla al ver esto asumen que debe ser un homicida muy malo, a quien salvado del mar la justicia divina no deja vivir. esperan que pronto se hinche y muera, pero nada de eso ocurre y entonces el homicida para ellos se transforma en un dios.
Al leer este pasaje y el precedente, uno podría preguntarse Y; ¿Dónde está Dios? Se entiende que el apóstol sea llevado prisionero a Roma, como parte del plan de propagación y afirmación del evangelio, pero ¿era necesario que sufriera por catorce días la zozobra de una tormenta?, ¿pasar peligro de morir ahogado?, ¿peligro de morir a manos de los soldados que pensaban podían escapar los prisioneros?, ¿peligro nadando del barco a la isla y más encima lo muerde una víbora?. ¿No deberíamos esperar que el apóstol fuera un VIP ante Dios y no hubiese sufrido nada de eso?. Pero contrariamente estuvo expuesto a los mismos riesgos que los demás y, es más, solo a él lo mordió la serpiente. La diferencia es que, en vez de hincharse y morir, el apóstol salió ileso y bien conceptuado por los demás.
Hoy nosotros al igual que la mayor parte del mundo estamos expuestos a coronavirus y, tal como el Apóstol estuvo colaborando y muy atento a lo que ocurría en el momento de zozobra en el mar, actitud que finalmente le salvo la vida a él y a los demás, nosotros debemos colaborar en este momento, respetando las indicaciones de la autoridad, cooperando con los más desvalidos, apoyando en lo que podamos a nuestros hermanos, atentos a la voz de Dios que seguro nos dará palabra de ánimo y aliento como lo hizo con el apóstol Pablo.
Si ocurriera que uno de nosotros fuera mordido por la serpiente del coronavirus, tengamos confianza y fe que el mismo Dios que libro al apóstol, nos ayudara a nosotros y saldremos bien y fortalecidos al fin de la prueba.
Cuidémonos y seamos prudentes. Permanezcamos cerca y atentos a Dios, seguro nos hablará estos días.
Como le escribí a una hermana nuestra ante la posibilidad de estar en riesgo:
”El Espíritu de Dios limpie los aires en nuestro alrededor en el nombre de Jesús”
Oremos los unos por los otros.
Un Abrazo y bendiciones.