Autora texto y foto: Patricia Maldonado
En mi niñez y adolescencia, mi abuelita siempre nos contaba historias, pero no las clásicas como la caperucita roja, la Cenicienta, etc. Ella nos contaba historias de la Biblia.
Gracias a estos relatos, desde siempre la palabra de Dios ha estado presente en mi vida y me trae gratos recuerdos.
Cuando el Señor me recogió y empecé a asistir a su templo me di cuenta del amor tan grande que mi abuelita nos tenía, y de la forma inteligente que utilizó para guiarnos en el conocimiento de Dios, sembrando la semilla en mi corazón que más tarde brotaría.