Hno. Cristian Sandoval

En
este tiempo, en el que muchos de nosotros hemos debido permanecer en nuestras
casas, podemos reflexionar precisamente en ese hito: nuestro tiempo en casa.
En primer lugar, no considero como un aislamiento, tener que quedarme en casa.
Porque aunque son jornadas para muchos de teletrabajo, y en ocasiones jornadas
agotadoras, a la vez se nos permite estar un poquito más cerca de quienes
amamos.
Desde nuestros hijos, nuestras(os) esposas(os), nuestras familias, nuestros
amigos e inclusive de nuestras mascotas.
El aislamiento real, es el que están sufriendo aquellos enfermos graves,
alejados de sus seres queridos.
Le invito entonces, a dejar de decir que se encuentra aburrido, molesto, porque
no puede salir de casa; mientras quienes están en un hospital, solo desean
volver a casa.
Más bien, agradezca al buen Dios el poder quedarse en casa, pues a pesar de
todo, usted está en el mejor lugar que pudiera estar, en SU HOGAR.
Quizás sea hora de transformar un poquito su casa; de transformarlo en un lugar
maravilloso para quedarse. Un lugar de paz, de reflexión, de conversación, de
juegos, de abrazos y de sonrisas.
Haga de su casa un templo, un altar, una oficina, una escuela, un estudio
musical, un restaurante, un lugar de encuentro.
Hoy extrañamos gestos que parecían tan triviales y cotidianos, como un beso, un
abrazo, un apretón de manos con nuestros amigos, con nuestros hermanos de la
congregación, y con nuestros compañeros de trabajo.
Sin embargo, la idea es que aprendamos la lección y que valoremos ese tiempo en
casa; el tiempo con los nuestros, y “demos gracias al cielo por lo mucho
que tenemos, en vez de lamentarnos por lo que nos falta”.
Quizás es cierto que estamos algo aislados, pero al mismo tiempo estamos
unidos, cerquita del Señor. Hoy, es el momento preciso para dejar de pensar tan
solo en nosotros mismos, para pensar en el bien común.
Eso también se llama responsabilidad, esperanza y sobretodo Amor al Prójimo.
Valoremos entonces nuestro TIEMPO EN CASA.