Hna. Mónica Maldonado

Lucas 10:38-40. NVI

“Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!”

Podemos encontrar como definición de paz: – Situación o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas.

Paz para nosotros es hallar el momento exacto de comunión entre Dios y nosotros, reconociendo quienes somos y quien es Él, para estar en su presencia.

Marta, era una mujer que se afanaba mucho en sus quehaceres diarios, se nota que se esmeraba en atender a Jesús y a sus discípulos, cuando llegaban de visita a su casa, seguramente en prepararles algo rico para servirse y lo más probable es que también hubiera deseado estar escuchando al maestro. El mundo de Marta estaba dividido en los asuntos de Jesús y en sus muchos quehaceres del hogar. El señor lo sabía, por eso cuando Marta le reclamo por la falta de ayuda de su hermana María le respondió:  —Marta, Marta, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará. Marta sabía que de Jesús iba a recibir palabra de vida eterna, pero alguien debía hacer las cosas. Marta estaba en dos mundos y no tenía la paz para concentrarse en lo que Jesús estaba diciendo. La respuesta del maestro le da la oportunidad de decidirse a estar en su presencia sin preocuparse tanto de sus quehaceres,

A pesar, que esa vida era muy diferente a nuestra época, si llevamos este suceso a nuestro día a día, podemos ver que, también, muchas veces nos dejamos llevar por nuestras muchas preocupaciones, estamos orando, leyendo la biblia, cantado o haciendo algo para buscar a Dios, pero nos falta la paz interior, la tranquilidad para buscar y ver a Jesús, por estar pensando y/o estar pendientes de otras cosas. La intranquilidad del diario vivir no nos deja buscar a Dios y entender su palabra como Él quiere.

Las preocupaciones nos alejan de lo que Dios quiere para nosotros en nuestra búsqueda personal del Señor. Examinemos nuestras vidas y anhelemos tener esa paz interior para estar en comunión completa con El, sentarse a leer la palabra, orar o cantar sin pensar que tenemos que hacer en un rato más. La mente es frágil, no seamos como Marta cuando el Señor quiere que tengamos una relación perfecta con El.

Todos, sin excepción tenemos dificultades y mucho que hacer, pero propiciemos momentos especiales donde dejemos el afán y nos dediquemos a buscar la paz, para perfeccionar nuestra oración, nuestra lectura bíblica y nuestra adoración cada día. Los problemas no desaparecerán, pero estaremos en su presencia y nos fortalecera. Dios nos dice en su palabra: – “Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá”; al entregar nuestras cargas, afanes y penas a Dios, podemos con libertad buscarle como deberíamos. Dejemos las mochilas de la vida a un lado y seamos sabios en nuestra búsqueda personal de Dios, para que Él pueda comunicarse con nosotros como desea hacerlo.

En el salmo 34:14, Dios nos dice que busquemos la paz y la sigamos. En 1°Pedro 5:7, nos dice que depositemos en él toda ansiedad, porque él cuida de nosotros, El conoce nuestra vida completa. En Juan 14:27, dice que nuestro Señor nos da una paz no como el mundo la da y que no debemos angustiarnos, ni acobardarnos, porque Dios nos da una paz interior especial que el mundo no conoce.

Reconozcamos en nosotros a esa Marta interior y transformémosla en esa María interior para buscar a Dios en el transcurso de nuestra vida diaria para tener esa comunión perfecta con nuestro Señor.

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