Romanos 4:25
“Él (Jesús) fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación.”

El hombre y mujer salvados son aquellos que han cancelado su deuda con Dios, han ajustado sus cuentas con El, han normalizado sus relaciones con su Creador, han sido adoptados en la familia divina y están ahora dedicados al servicio de Dios. Es decir que, han sido justificados por el Señor, a través de su muerte expiatoria en la cruz. Y este conocimiento de saber, les permite experimentar un nuevo nacimiento transformándose en hijos de Dios, siendo regenerados. Por último, saben que deben cambiar su forma de ver y de caminar por esta vida para agradar a Dios, en un proceso de santificación. Existe un orden lógico: –
1.- Primero, el pecador cancela o ajusta su deuda con Dios.
2.- Luego de ver a Cristo en la cruz y entiende que ese sacrificio fue por su causa, no puede seguir viviendo como lo estaba haciendo.
3.- Finalmente, sabe que debe estar “separado” para vivir una vida nueva y servir a Dios. Esta separación está relacionada principalmente con el servicio y la adoración a Dios, ya que fue comprado mediante un precio, ya no se pertenece a sí mismo.

Estas tres experiencias constituyen “la salvación plena”. No puede existir salvación plena sin estas tres experiencias, como no puede existir un triángulo verdadero sin tres lados. Estas experiencias cristianas constituyen el fundamento sobre el cual se establece la vida cristiana. La justificación, que es la primera parte, es un término judicial o legal que nos recuerda una escena en los tribunales de justicia. El hombre, culpable ante Dios y condenado, recibe la absolución, se le declara justo, en otras palabras, es justificado. Dios es el juez y Cristo es el abogado. El pecado es la transgresión a la ley de Dios. Nosotros somos los culpables de la ofensa, pero la muerte de Cristo en la cruz es el pago a la ofensa.

En este mundo, nos vamos a encontrar con muchas personas que dicen no creer en la existencia de Dios, con muchos otros que saben de la muerte de Cristo en la cruz e incluso con muchos otros que se han apartado del camino del Señor por múltiples razones. Yo creía que era suficiente para una persona sentarse en la silla de los acusados y saber que Cristo murió en su lugar para pagar su condena, para que la vida de esa persona cambiara inmediatamente y se entregara a Dios. Pero este verano, viendo las noticias, entendí que hay un paso previo, algo necesario antes de sentarse en ese banquillo de los acusados para recibir la salvación plena, vi a un hombre joven, que estaba en un tribunal sentado en la silla de los acusados, había entrado a un lugar donde había matado a once personas, les disparó y lo único que lamentaba era no haber matado a más; era un supremacista blanco. Viendo esta noticia, entendí que no basta con sentarse en el banco de los acusados, comprendí que primero hay que arrepentirse, es decir, la persona debe estar completamente consciente del pecado que tiene y sentirse abrumado por el profundo dolor que le está produciendo a Dios, por estar alejado de su presencia e imposibilitado de tener una relación profunda con Él.

La Salvación implica que Dios ha borrado el pasado, es decir, los pecados y ofensas cometidos son disueltos y anulados. Ahora nos trata como si nunca hubiéramos cometido pecado y nos ve como a sus hijos amados. Por lo tanto, es una necesidad innata del creyente arrepentido de todo corazón caminar esta vida temporal, cerca de Dios, porque al final de nuestra existencia tendremos que rendir cuentas ante el tribunal de Dios si sabíamos de esta hermosa verdad de la salvación y qué hicimos con ella.

Por otro lado, tenemos que tener muy claro que, una vez que alcanzamos esta salvación, el enemigo de nuestras vidas está siempre luchando, poniendo trabas en nuestro caminar para que nos apartemos del Señor y deje de importarnos el saber estas verdades. Tengo familiares que se han alejado de Dios. En el momento, cualquier excusa es buena para retirarse: – “No me llamaron cuando estaba enfermo y me di cuenta que no tenía amigos en la iglesia” o “Me acusaron de haberme robado dinero de la iglesia y cuando se dieron cuenta que era una mentira inventada me pidieron perdón, pero ya era demasiado tarde”. A lo mejor, a ojos de alguien pueden ser excusas válidas, pero el asistir a la iglesia es más que buscar amigos y más importante que nuestro orgullo. Por último, es necesario buscar otra iglesia donde asistir, pero no deben dejar de hacerlo. Ahora ambos, a pesar de saber de la salvación de Cristo, dejaron de congregarse y de buscar esa relación especial con Dios, dicen seguir creyendo en Dios, pero para ellos, NO FUE SUFICIENTE SABER.

En resumen, el ser humano se encuentra separado de Dios a causa del pecado y su destino es morir eternamente. Jesús, al morir en la cruz, pagó nuestra deuda y abrió un camino mediante el cual podemos acercarnos a nuestro Creador y obtener así la salvación plena. Para poder cruzar este camino, no basta saber o tener el conocimiento. Primero es primordial sentir conscientemente el arrepentimiento. Es al momento de atravesar esta senda cuando ocurre la salvación del ser humano y nunca podrá apartarse de Dios, porque le ama profundamente. No existe nada ni nadie que lo separe del amor de Cristo, quien dio su vida por ellos.

Romanos 8:38-39
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Pastora Ivonne Medrano

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